DISCALCULIA


Discalculia: causas, síntomas y tratamiento





La discalculia es una dificultad de aprendizaje específica de las matemáticas que, siendo conocida también como “la dislexia de los números”, se trata de un déficit de origen biológico que provoca dificultades de moderadas a extremas en el desarrollo de las capacidades aritméticas y matemáticas. Es, por tanto, una condición neurológica que dificulta la comprensión de esta materia.

En este sentido, la discalculia es un trastorno que afecta al correcto procesamiento del cálculo numérico de forma similar a cómo la dislexia lo hace con las palabras. Y a pesar de que no sea tan famosa como la dislexia, se cree que su prevalencia podría ser similar. Hablamos de que entre el 3% y el 7% de la población podría sufrir esta discalculia.


Se trata de una condición que, si bien puede ser abordada con estrategias para manejar los desafíos que esta representa, no desaparece y que va mucho más allá de no ser capaces de resolver operaciones de álgebra o problemas matemáticos. Puede llegar a tener un impacto profundo en la vida diaria, pues muchas actividades requieren de destrezas matemáticas aunque sean básicas.

De todos modos, esta patología es independiente del nivel de inteligencia del niño o niña, por lo que a pese a que tenga serias dificultades en la comprensión de las matemáticas, puede ser muy bueno en otras áreas del conocimiento. Pero si la sufre, confundirá los números y no podrá realizar cálculos matemáticos mentales ni trabajar con los conceptos abstractos propios de esta ciencia.

Así pues, la discalculia, que se debe a disfunciones en las conexiones neuronales que, a nivel cerebral, procesan el lenguaje numérico, es un trastorno que tiende a manifestarse entre los 6 y 8 años de edad y que se manifiesta con dificultades de moderadas a graves en lo que al aprendizaje de las matemáticas se refiere, independientemente de su nivel de inteligencia.

Causas de la discalculia

Las causas de la discalculia, por desgracia, siguen sin estar del todo claras. No se conoce con exactitud cuál es el motivo de que algunas personas desarrollen esta dificultad en el aprendizaje de las matemáticas, pero todo parece indicar que su aparición responde a una compleja interacción entre factores genéticos y factores de desarrollo cerebral.

En lo que a genética se refiere, la observación de que hay cierta heredabilidad entre familiares puso en evidencia que la discalculia debía estar relacionada con trastornos de origen genético. No se han identificado los genes de riesgo, pero todo parece indicar que estaría ligada a la presencia de genes que aumentan la probabilidad de padecer este trastorno.

Y en lo que a desarrollo cerebral se refiere, sabemos que hay diferencias en la estructura y funcionamiento del cerebro entre las personas con y sin discalculia. Los déficits en las conexiones neuronales de las regiones cerebrales involucradas en el pensamiento matemático estarían detrás de la aparición de este trastorno.

Sea como sea, hay tantas regiones que participan en el desarrollo de las capacidades aritméticas (lóbulo parietal, lóbulo temporal, cingulada, corteza prefrontal…) que está siendo muy difícil localizar la causa exacta de la discalculia. Pero lo que sí sabemos es que se trata de un trastorno congénito (nacemos con él, aunque se exprese entre los 6 y 8 años de edad), por lo que el componente genético, hereditario y de afectación al desarrollo cerebral tienen que ser importantes.

También hay que tener en cuenta que hay distintos desencadenantes de la discalculia. Es decir, este déficit en el aprendizaje de las matemáticas puede deberse a disfunciones neuronales que impiden una correcta representación a nivel mental de los números, a problemas a la hora de acceder a la información numéricas, a procesamientos de la información distinta a la de un cerebro “normal” (entre muchísimas comillas), a problemas en la comprensión de los cálculos matemáticos, a dificultades en la decodificación numérica o, como es habitual, una combinación de varios.

Pero es que más allá de estas causas, hay otros factores de riesgo que pueden condicionar su aparición, como por ejemplo alteraciones cerebrales congénitas (se ha ligado con una reducción en la sustancia blanca en la corteza temporoparietal derecha), fallos de maduración a nivel neurológico, nacimiento prematuro, exposición de la madre a alcohol y otras drogas durante el embarazo e incluso problemas de memoria o de psicomotricidad. Las causas, pues, son muy complejas y están lejos de estar bien descritas. Cosa que dificulta su abordaje terapéutico.
Síntomas de la discalculia

Como hemos mencionado anteriormente, la discalculia suele manifestarse entre los 6 y 8 años de edad con unas dificultades en el aprendizaje y desarrollo de las habilidades matemáticas que van de moderadas a serias. De todas formas, la sintomatología puede dar indicios de su aparición ya en la educación infantil, momento en el que se puede realizar una detección precoz.

Durante esta educación infantil, es decir, antes de los 6 años, un niño o niña que sufre discalculia (recordemos que es un trastorno congénito) puede manifestar dificultades a la hora de determinar qué objeto de un conjunto es el más grande, le cuesta hacer operaciones matemáticas simples, no es capaz de mantener un orden estable al contar y tiene problemas al hacer estimaciones de cantidad.

Ya en la educación primaria es cuando el trastorno se hace más relevante, pues es el momento en el que se empiezan a trabajar las habilidades matemáticas. En ese momento, es común observar que le cuesta escribir números dictados, tiene problemas para manejar cifras grandes, no puede hacer cálculos mentales, utiliza mucho los dedos para contar y, sobre todo, que empieza a mostrar ansiedad ante las matemáticas ya que siente una sensación de fracaso que lo bloquea.

síntomas de la discalculia:

Esta es la sintomatología más habitual, pero hay que tener en cuenta que cada persona manifiesta la discalculia de forma particular, con unos síntomas concretos y de intensidad también específica. Por ello, pueden observarse otros signos clínicos que, sin el abordaje que comentaremos a continuación, pueden prolongarse durante la vida adulta.

Problemas para reconocer los símbolos aritméticos, para recordar reglas de operaciones, para realizar razonamientos lógicos, para comprender los enunciados de los problemas, para relacionar el símbolo numérico con su palabra, para recordar las tablas de multiplicar, para estimar el tiempo, para retener números en la mente, para estimar distancias y velocidades (de ahí que, en edad adulta, sean malos conductores), para orientarse, para comprender gráficas…

Como vemos, su sintomatología es muy variada y algunas de las manifestaciones pueden llegar a tener un profundo impacto en la vida de la persona, tanto en edad infantil como en edad adulta. Y a pesar de que muchas crean que simplemente “son malas con los números”, la discalculia es un trastorno del aprendizaje y debe ser tratado como tal.
Tratamiento de la discalculia

La discalculia es un trastorno congénito, por lo que va a acompañar a la persona toda la vida. Pero esto no significa que no pueda tratarse para mitigar su impacto en la vida diaria. Teniendo en cuenta que no siempre que una persona tiene dificultades con las matemáticas presenta esta discalculia, dicho trastorno puede diagnosticarse con claridad entre los 6 y 8 años.

Con pruebas psicopedagógicas que consisten en contar hacia atrás (una de las pruebas de detección más reveladoras), observación del comportamiento del niño en su aula y dibujar formas geométricas, el diagnóstico puede realizarse de forma sencilla y con resultados claros. Y en caso de un diagnóstico positivo, es importante iniciar las actividades para tratar el problema.

Tras el diagnóstico por parte de un pedagogo o psicopedagogo, los docentes y profesores del niño deben ser informados de la situación y, para evitar el fracaso escolar y, sobre todo, impedir que estos problemas con las matemáticas afecten a su calidad de vida en el futuro, se implementarán mecanismos correctores, con actividades que ayuden al estudiante.

Como tratamiento, se debe realizar una enseñanza personalizada e individual donde se fomente el desarrollo de la memoria, se dedique más tiempo al aprendizaje de los conceptos matemáticos básicos, se acompañen las explicaciones con ejemplos, se hagan actividades de cálculo mental diariamente, se evite que el alumno sienta ansiedad (no se le puede presionar), se hagan tareas que fomenten el uso del razonamiento…

Con la ayuda de los profesores y de los psicopedagogos, se pueden conseguir mitigar los efectos de esta dificultad del aprendizaje. Además, hoy en día tenemos a nuestra disposición muchos recursos digitales especialmente diseñados para tratar la discalculia. Por ello, tenemos muchas formas de conseguir que, si bien el estudiante nunca será un genio de las matemáticas, esta dificultad de aprendizaje tenga el mínimo impacto posible en la vida infantil y adulta. Todo se basa en la detección precoz.

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